miércoles, 12 de agosto de 2020

LA VÍBORA QUE SALVÓ LA VIDA A UN LEÑADOR. Gustavo Romera Marcos

MIS PERLAS LITERARIAS 80
06-08-2020

LA VÍBORA QUE LE SALVÓ LA VIDA A UN LEÑADOR

Un anciano me contó este suceso real que le había contado su abuelo cuando él era niño, lo que hace que se remonte a principios del siglo XX.
Un moratallero estaba en el monte recogiendo piñas sin más compañía que la de su vigoroso burro y tuvo la desgracia de que le picara una víbora, el único reptil venenoso de estos andurriales.
Con el susto lógico, chupó y escupió apresuradamente todo el veneno que pudo pero, pensando que podría perder el conocimiento antes de poder llegar al pueblo, soltó el ramal del burro y se montó atravesado y tumbado boca abajo dentro del serón, con la esperanza de que el animal encontraría solo el camino de regreso a su cuadra, como así fue.
Nunca se supo cuánto tiempo tardó en quedar inconsciente pero lo cierto fue que, al llegar el burro solo a la Cruz del Humilladero, unos vecinos vieron la espalda de tan extraño jinete y temieron que estuviera muerto porque no se movía ni respondía a sus gritos de alarma. 
Cuando se acercaron, se quedaron boquiabiertos al ver que una víbora iba arrastrando su cola por el suelo colgada de un brazo que sobresalía del serón. 
El hombre no estaba muerto pero sí la víbora que él mismo había conseguido matar y atar fuertemente a su muñeca. 
El mensaje no daba lugar a dudas, lo llevaron urgentemente al médico y llegaron a tiempo de que se salvara.
La víbora lo puso al borde de la muerte pero, paradójicamente, también le salvó la vida después de muerta… con la ayuda de la ingeniosa ocurrencia de la víctima… y con la inestimable colaboración del ya sufrido asno, que demostró no ser burro, y que fue el que llevó todo el peso de esta historia tan increíble como verdadera.
El progreso no siempre trae ventajas. Si aquel hombre hubiera ido en una moderna furgoneta de las actuales, con GPS incluido, probablemente hubiera perdido la vida porque no hubiera sabido recorrer sola el camino de regreso hacia su cochera.
P. D. Este episodio me recuerda el del jarro de vino que aparece en “El Lazarillo de Tormes”, y las palabras de su ciego amo: Lavóme con vino las roturas que con los pedazos del jarro me había hecho, y sonriéndose decía: ¿Qué te parece, Lázaro? Lo que te enfermó te sana y da salud…”.
La foto adjunta de Moratalla es propiedad de don Ramón Rueda Ciller, que me la cedió desinteresadamente.


No hay comentarios:

Publicar un comentario