MIS PERLAS LITERARIAS 56
09-06-2020
Os recuerdo que, para que hagan efecto mis PERLAS, tenéis que tomaros la medicación de tres por semana, los martes, jueves y sábados, aunque sean festivos como hoy.
Una nuera de mi madre, Fina por más señas, me recordó el dicho de “eres más embustero que el Agustín de Plácido”. Que no era hijo de Plácido Domingo, ¡malpensaos! Era un moratallero que se hizo tan famoso por sus embustes que ya nadie se creía ni lo contrario de lo que decía. Sus trolas más recordadas eran las de su increíble cacería, que oí de boca de mi abuelo y que hoy, creo que por primera vez, toman forma escrita. Os las paso con algunas cosas añidías por mi menda lerenda turrón de almendra:
LA CACERÍA DEL AGUSTÍN DE PLÁCIDO
Salí de caza con la Cotufa, una perra que me dejó esa tarde el Pepe el Romera, ¡tenía unos vientos!... Al llegar junto al Molino de La Hoyica, veo que se pone la perra de muestra en un chaparro, le mando y, ¡brrr, brrr!, dos perdices como dos pavos que me salieron de los pies. Como llevaba mi Sarasqueta del 12 de un cañón, ¿qué hice?, le apunté a la primera, tiré el tiro y, cuando habían salío la mitá de los plomos, tapé el cañón con la mano izquierda, le apunté a la otra, destapé el cañón, total, ¡una carambola y las dos perdices hechas un trapo!… pero cayeron en una poza del río y vi que se las llevaba la corriente, ¿qué hice?, tiré la escopeta encima de un lentisco; me desabroché la canana y la dejé caer en un romero; me descolgué el morral y lo tiré por los aires, -todo esto en menos que se santigua un cura loco-, y me tiré de colá a por las dos perdices; las avolié a la orilla y, pa poder salir, me agarré a dos atochas de esparto y oigo chillar, ¡hiii, hiii!, ¿qué te crees que era?... ¡dos liebres que tenía agarrás de las orejas!, las caponié una con otra y las eché con el par de perdices… pero espérate... voy a salir del agua, que si quieres, que no podía sacar los pies del cieno, ¿has dicho cieno?, noté que algo me bullía por dentro y oigo ¡glu, glu!, ¿qué te crees que era?... ¡dos ocenas de barbos que se me habían metío en los pantalones de pana! ¡algunos de cuatro palmos!... ¡leche, que tuve que hacer tres brazás de guita de esparto verde de tres ramales pa enrastrarlos! ¿en qué los echaba con lo que se escabullían?... pero espérate… cuando me repropié, lo primero que pensé fue en la escopeta, vi el cañón asomando por encima del lentisco y al acercarme esfisé unas cerlitas debajo, ¿has dicho cerlitas? ¿qué te crees que era?... ¡un chino jabalí de veinte arrobas con la cabeza hecha dos cascos! ¡con qué fuerza no tiraría la escopeta que se partió la culata!… pero espérate… voy a recoger la canana del romero y veo una pelusilla debajo, ¿has dicho pelusilla?, ¿qué te crees que era?... ¡tres conejos esnuclaos por el peso de los cartuchos!... pero espérate… voy a recoger el morral y oigo un aleteo, ¡flu, flu!, ¿qué te crees que era?... ¡una bandá de torcazos que pasaban volando cuando tiré el morral por los aires y se habían quedao enredaos en la redecilla!... pero espérate… cuando vi to aquel esfarajuste de caza y pesca to junto, me puse las dos manos en la cabeza y oigo ¡pii, pii!, ¿qué te crees que era?... ¡dos tordas, una de ellas morena, que tenía pillás por el cuello! Bueno, pa terminarte pronto, tuve que despertar al Tío Chanes, el molinero, que estaba echando la siesta el hombre, -¡qué buena persona que era!-, aparejó sus dos burras y, con un serón y unas aguáeras lleneticas, como Dios nos encaminó, en qué nos vimos de llegar al pueblo ya pardeando, y a traviesamonte porque, a to esto, la veda estaba cerrá y no era cosa de echar por el camino pa tropezarnos de manos a boca con los civiles…
Mi Rogativa, al vernos llegar con to aquel avío, empezó a renegar:
-“¡Y yo que tengo un potaje de gurullos pa cenar hecho con to el capricho el mundo”…
Es como yo le dije:
-“No reniegues más, mujer, échaselo a la Cotufa que, si no es por ella, hubiera echao el viaje de Don Lino Torres; y prepara las orzas pa echar to este chicherío en adobo y los peces en escabeche, que tenemos arreglo de sobra pa to el invierno”.
-“Bueno, Tío Chanes, vamos a echarles un pienso a las burras, que se lo han ganao, y usté se queda a cenar y dormir, que ya está oscuro, y mañana, pa no volver de vacío, aprovechamos pa llevar cuatro costales de trigo a la molienda.
P.D.
·La foto adjunta es la de la Cotufa, que sólo le faltaba hablar.
·Los efectos especiales tienen todos los derechos reservados por mi padre, curtido cazador en mil y una batallas, que mataba las piezas en el monte, y las resucitaba para poder cazarlas de nuevo cada vez que yo se lo pedía para escucharlo con la boca abierta a la par de la lumbre.
Tengo por seguro que seguirá dándole gusto al gatillo esté donde esté.
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