viernes, 5 de junio de 2020

"El viaje de don Lino Torres". Gustavo Romera Marcos.

MIS PERLAS LITERARIAS 54
04-06-2020


Visto el éxito de mi PERLA anterior, aprovecho la racha para colaros otra cultivada también por mí.
Los viajes son más viejos que el tatarabuelo del fabricante del baúl de la Piquer, que también viajó lo suyo. Antes de esta encerrona vírica, unos viajaban haciendo dedo y otros en yates de lujo, pero ahora se han convertido en viajes de lujo hasta los cruceros a lomos de una descapotable piva -con v, no la liemos-. 

¿Adónde quiero ir a parar? A cualquier parte pero, como ahora hay tantas pegas para viajar, voy a referirme a los viajes inútiles. Pensaba hablaros de la comedia “Ninette y un señor de Murcia”, de Miguel Mihura, en la que Andrés -¿murciano tenía que ser?, don Miguel- es un reprimido que viaja a París para darle alegría a su cuerpo macareno, pero intima con la descocada Ninette, hija de los dueños de la pensión, y se vuelve a la bien llamada Huerta de Europa sin haber pisado las calles de la mal llamada Ciudad de la Luz porque siempre está nublado. Pero era difícil acotarla y me he decidido por la mejor perla popular con este argumento: EL VIAJE DE DON LINO TORRES.

Don Lino Torres es uno de esos personajes espatarraos, dicho más finamente, con un pie en la Historia y otro en la Leyenda. Según documentación que no he podido consultar, parece ser que existió de carne y hueso, hijo natural o adoptivo de la Murcia capitalina, y que viajó a los Madriles por la promesa de una ínsula Barataria administrativa. Volvió “aislado” y escaldado, siendo el hazmerreír de toda Murcia. 
La gran diferencia entre la Historia y la Leyenda está en los vehículos que la transportan. La primera viaja en libros con pelos y señales, mientras que la segunda viaja en la memoria colectiva, cambiando de pelos y señales según quien la cuenta. El Lino Torres histórico era de Murcia, pero el de la leyenda era de Moratalla, seguro. 
Un día mi abuelo volvió en la Murciana diciendo que había hecho EL VIAJE DE DON LINO TORRES. Le pregunté el motivo, pero hizo oídos sordos sin decirme la razón. Años más tarde, mi padre también hizo el mismo viaje y yo la misma pregunta. Mi padre sí me confesó por fin el misterioso secreto de tan secreto viaje, más o menos con estas palabras: 
EL VIAJE DE DON LINO TORRES
Don Lino Torres era un señorito pobre que miraba a todos por encima del hombro, y su propia vanidad por encima de su cabeza. Por eso, sus amigos siempre lo floreaban para verlo inflarse como un pavo real. De broma en broma, sus amigotes socarrones -tan abundantes en Moratalla-, lo convencieron de que no se hablaba en Madrid de otra cosa más que de su persona. Al ver su pavoneo, el chispeo inicial acabó en diluvio y ya sólo escuchaba las muchas hazañas que circulaban sobre él por la Villa y Corte. Pero, con tanta broma, la cosa se puso muy seria y algunos malafollas -tan abundantes en Moratalla-, le dijeron que lo que tenía que hacer era ir a Madrid para comprobar en persona lo que se hablaba de él. El pobre señorito, con tan ardiente consejo, ya estaba en ascuas. Bajó a Calasparra, se montó en el tren, y se embocó a la capital.Fue pisar suelo madrileño y empezó a preguntar, incluso a los maniquíes de los escaparates, lo que se decía por allí de un tal Lino Torres pero todos se encogían de hombros, incluso los maniquíes, que huían de los escaparates aburríos de tanto oírlo. Ya mosqueao, decidió entrar en una barbería pensando que era el mejor refugio de todos los cotilleos. Pidió un afeitado y, antes de que el barbero desenvainase la navaja, le espetó la dichosa preguntica que lo tenía a pique de explotar.-¿Qué se dice por aquí de don Lino Torres?. -¿Don Lino Torres? ¡Es la primera vez que oigo ese nombre!” -dijo el extrañado barbero. Don Lino pensó que el barbero era más falso que un billete con la cara de Judas, y volvió varias veces a la carga, obteniendo siempre parecidas respuestas. El barbero estaba ya de don Torres Lino hasta la coronilla por arriba, y hasta los talones por abajo, y no digo más partes por no chafarme el final. Se levantó el cansino detective porque ya era hora de que se afeitase otro y disparó la última pregunta que le quedaba en la recámara. El disparo remató la paciencia del rapabarbas, que entró en erupción: -¿Sabe usted lo que le digo?... ¡Que don Lino Torres me toca a mí los mismísimos cojones!Entonces comprendí el silencio de mi abuelo, que, por no usar tacos, hasta le echaba “cospes” a la estufa.He aquí el origen de la dichosa frase “hacer el viaje de don Lino Torres”. Cuando algún pardillo la oye por primera vez y pregunta, siempre oye el mismo escarmiento envuelto en risas de la concurrencia, y a coro: “…¡que fue a Madrid a tocarle los cojones a un barbero!” ¡No haberlo preguntao! ¿A ti qué pijo te importan los viajes de don Lino? ¡Bocazas, que eres un bocazas metomentó!
P.M. Ahora que caigo, ni mi abuelo ni mi padre, con la excusa de don Lino, me dijeron el motivo de sus respectivos viajes. Se llevaron ese secreto a la tumba, pero he acudido a una adivinadora y, desde la bola de cristal, he oído sus dos voces a coro: FUIMOS A MADRID A LO QUE YA SABES..." No sé si la bruja se rio o no porque llevaba la mascarilla puesta.

2 comentarios:

  1. Jajajajaja. Eso te pasa por preguntar por los viajes, que, a veces, se recibe un viaje que nos hace poca gracia.
    Felicidades una vez más.

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  2. Tiene usted, mi querida lectora, una risa muy cristalina. Gracias, una vez más, por sus felicitaciones, que me animan a seguir escribiendo para volver a escuchar su inconfundible risa.
    Gustavo.

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