lunes, 27 de julio de 2020

LA ENCUESTA ANIMAL DE JESUCRISTO Y SAN PEDRO. Gustavo Romera Marcos.

MIS PERLAS LITERARIAS 75
25-07-2020


LA ENCUESTA ANIMAL DE JESUCRISTO Y SAN PEDRO

Mi abuelo paterno, José Romera López, nacido en 1898, era un hombre como Antonio Machado, “en el buen sentido de la palabra, bueno”; o mejor dicho, “en esencia, bueno” porque hizo fortuna con la destilación de plantas aromáticas (1). Ahora que caigo, aunque tenía un fino sentido del humor, nunca lo oí reírse a carcajadas, quizás porque las reservaba para los oyentes de sus sabias historias. Recuerdo muchas que me contó cuando yo era niño y cuando no era tan niño. Esta era de la segunda etapa:

Un día, hablando Jesucristo con San Pedro, no se ponían de acuerdo sobre quién mandaba en las casas, el marido o la mujer; y pensaron en bajar a la Tierra con 100 caballos y 100 vacas para ir regalando en cada casa, según quien mandase, un caballo si era el marido, o una vaca si era la mujer. Así, si se quedaban antes sin caballos, los esposos que cortaban el bacalao serían mayoría; y, por el contrario, si se acababan antes las vacas, serían mayoría las mujeres que llevaban los pantalones.

Llegaban a una casa y preguntaban al matrimonio que quién mandaba. Si era el marido, ¡un caballo pa ese tío!; si era la mujer, ¡una vaca para la señora! (ojo a la fórmula de adjudicación, que yo veo ligeramente feminista). 

Así lo iban haciendo, llegaron a un cortijo y el marido, muy convencido, dijo que era él el que llevaba la voz cantante porque su mujer ni pinchaba ni cortaba. Le dieron su correspondiente caballo y se marcharon, pero no habían andado más que de aquí a la yesera del Nicasio, cuando la mujer le dijo al marido que le habían dado el peor caballo de todos los que llevaban, y que fuera a ver si los alcanzaba para que se lo cambiaran por el caballo negro que iba en cabeza, que se bebía los vientos… El marido le hizo caso y, tirando de su penco, como Jesucristo y San Pedro no llevaban prisa, los alcanzó pronto:
-Ustedes perdonen. Es que he pensado que, como a ustedes les da igual, me podrían cambiar mi caballo por ese negro de las crines largas.

Pero el pobre hombre no había reconocido a Jesucristo y, por tanto, no sabía que éste lo sabe todo, hasta los más ocultos pensamientos. La respuesta del Hijo de Dios, fue rápida, rotunda y clarificadora: ¡UNA VACA PA ESE TÍO!

(1). Curiosamente, mi familia se escapó de los motes porque se confundió el apellido ROMERA con el ROMERO o “tallo” que mi abuelo compraba para la destilación en “calderas” a campo abierto. ¡Por eso somos los ROMERAS, los más guapos del pueblo, mejorando lo presente!

P.D. A quien pretenda buscarle a este cuento un tinte machista, le recordaré que mi abuelo siempre fue muy respetuoso con todas las mujeres, incluida mi abuela, a la que adoraba. Por lo que a mí respecta, sólo diré que: ¡“Esjraciao” el hombre en cuya casa no mande su mujer!". Otra cosa es lo que tu mujer te pida para la armonía del hogar, como en el refrán “si tu mujer te dice que te tires por un barranco, pídele a Dios que no esté muy alto”.


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