MIS PERLAS LITERARIAS 20
12-04-2020
Ayer me enzarcé amistosamente con mi primo Ginés reflexionando sobre las distintas imágenes que un texto literario puede despertar en diferentes lectores. Ese tema me ha recordado un pasaje del “Libro de Buen Amor”, obra de Juan Ruiz, arcipreste de Hita, escrita cuando aún no me habían salido los dientes, más o menos en el siglo XIV. Se titula “DISPUTA DE LOS GRIEGOS Y ROMANOS” y su argumento posiblemente os habrá llegado en forma de chiste con algunas variantes.
Os resumo varias estrofas que he suprimido: Los romanos pidieron a los griegos leyes porque no tenían y éstos propusieron un diálogo para ver si se las merecían pero, como hablaban distintas lenguas, acordaron hacerlo por señas. Se sentaron, frente a frente, un sabio griego y un romano “bigardo” -vago-, “necio” -tonto- y “bellaco” -inculto-, y esto es lo que sucedió:
El griego, reposado, se levantó a mostrar
un dedo, el que tenemos más cerca del pulgar,y luego se sentó en el mismo lugar.
Levantóse el bigardo, frunce el ceño al mirar.
Mostró luego tres dedos hacia el griego tendidos,
el pulgar y otros dos con aquél recogidos
a manera de arpón, los otros encogidos.
Sentóse luego el necio, mirando sus vestidos.
el pulgar y otros dos con aquél recogidos
a manera de arpón, los otros encogidos.
Sentóse luego el necio, mirando sus vestidos.
Levantándose el griego, tendió la palma llana
y volvióse a sentar, tranquila su alma sana;
levantóse el bellaco con fantasía vana,
mostró el puño cerrado, de pelea con gana.
y volvióse a sentar, tranquila su alma sana;
levantóse el bellaco con fantasía vana,
mostró el puño cerrado, de pelea con gana.
Ante todos los suyos opina el sabio griego:
—«Merecen los romanos la ley, no se la niego».
Levantáronse todos con paz y con sosiego,
¡gran honra tuvo Roma por un vil andariego!
—«Merecen los romanos la ley, no se la niego».
Levantáronse todos con paz y con sosiego,
¡gran honra tuvo Roma por un vil andariego!
Preguntaron al griego qué fue lo discutido
y lo que aquel romano le había respondido:
—«Afirmé que hay un Dios y el romano entendido,
tres en uno, me dijo, con su signo seguido.
y lo que aquel romano le había respondido:
—«Afirmé que hay un Dios y el romano entendido,
tres en uno, me dijo, con su signo seguido.
«Yo: que en la mano tiene todo a su voluntad;
él: que domina al mundo su poder, y es verdad.
Si saben comprender la Santa Trinidad,
de las leyes merecen tener seguridad».
él: que domina al mundo su poder, y es verdad.
Si saben comprender la Santa Trinidad,
de las leyes merecen tener seguridad».
Preguntan al bellaco por su interpretación:
—«Echarme un ojo fuera, tal era su intención
al enseñar un dedo, y con indignación
le respondí airado, con determinación,
—«Echarme un ojo fuera, tal era su intención
al enseñar un dedo, y con indignación
le respondí airado, con determinación,
«que yo le quebraría, delante de las gentes,
con dos dedos los ojos, con el pulgar los dientes;
Dijo él que si yo no le paraba mientes,
a palmadas pondría mis orejas calientes.
con dos dedos los ojos, con el pulgar los dientes;
Dijo él que si yo no le paraba mientes,
a palmadas pondría mis orejas calientes.
«Entonces hice seña de darle una puñada
que ni en toda su vida la vería vengada;
cuando vio la pelea tan mal aparejada
no siguió amenazando a quien no teme riada».
que ni en toda su vida la vería vengada;
cuando vio la pelea tan mal aparejada
no siguió amenazando a quien no teme riada».
Por eso afirma el dicho de aquella vieja ardida
que no hay mala palabra si no es a mal tenida,
toda frase es bien dicha cuando es bien entendida.
Entiende bien mi libro, tendrás buena guarida.
que no hay mala palabra si no es a mal tenida,
toda frase es bien dicha cuando es bien entendida.
Entiende bien mi libro, tendrás buena guarida.
(Si queréis conocer el pasaje completo, son las estrofas 47-70 del citado libro).
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