lunes, 25 de mayo de 2020

"Alzheimer". Gustavo Romera Marcos.

MIS PERLAS LITERARIAS 50
25-05-2020


Cuando llamé PERLAS a esta serie, no pensé en su variedad. Pensaba sólo en las “NATURALES” de otros autores pero se me mezclaron con otras “CULTIVADAS” por mí. Ya no sé cuáles prefieren mis lectores, así que seguiré alternándolas. Por cierto, acabo de enterarme que las “australianas” son las más cotizadas del mundo y son “cultivadas”. ¡Sorpresas te da internet! Bueno, hoy toca una cultivada para celebrar el medio centenar. Ahí va.

Hace años que mi abuelo empezó a sorprenderme. Primero me preguntaba dónde estarían sus gafas llevándolas puestas, pero pensé que eso le pasa a más de uno. Otro día, cuando mi madre le preguntó que si quería una tortilla francesa, le respondió preguntándole que cuándo había estado ella en Francia, pero pensé que era una broma. Otra noche, se quedó mirando atentamente la cuchara que tenía junto al plato de sopa y nos preguntó que para qué servía aquella extraña herramienta. Le di un curso abreviado por imitación y conseguí, por lo menos, que sólo navegaran la mitad de los fideos en el charco que se formó sobre la mesa. Ahí ya empecé a tomarme en serio la cosa. La cosa fue a más y un día, cuando volví del gimnasio, me miró con extrañeza y pensé que era por el pantalón corto y la cinta elástica en la frente, pero cuando me preguntó que quién era yo, no supe qué contestarle porque era una pregunta demasiado existencial; si no tengo una respuesta convincente para mí mismo, cómo la voy a tener para un presunto enfermo con esos síntomas. Toda la familia, con el único voto nulo de mi padre porque mi madre siempre lo anula, votamos a favor de llevarlo al médico. Lo acompañé a la consulta y todas las sospechas se confirmaron, era otra víctima del Alzheimer, una enfermedad tan difícil de entender por el doctor como difícil de leer por mí, que no soy farmacéutico, en el diagnóstico que me dio por escrito. Salí hecho un lío, la verdad, con un hombro apoyado en su mano y con la otra sosteniendo una receta de barajas. El tratamiento no sabemos si le ha hecho efecto porque tampoco sabemos cómo estaría si no se lo hubiera tomado. Es cierto que ahora hemos notado una ligera mejoría, ya no busca sus gafas llevándolas puestas, ahora se las pone antes para buscarlas con más atención, y ya no pregunta para qué sirve la cuchara, primero rocía la sopa con la cuchara sobre la mesa y después sorbe el resto directamente desde el filo del plato. Siguiendo los sospechosos consejos de su médico, seguimos en alerta sospechosa observando su sospechosa conducta. Hoy, sin ir más lejos porque se pierde, ha vuelto de la barbería diciendo que ha visto un retrato de su abuelo frente a su sillón mientras le cortaban el pelo. Pero no puedo saber si dice la verdad, no sirve de nada ir a la barbería porque no conservo ninguna foto de mi tatarabuelo y se me han borrado todos los rasgos de su cara porque hace un montón de tiempo que no me lo tropiezo.

P.D. El tono irónico de esta perla no debe confundir a los lectores con una falta de respeto a esta dramática enfermedad, sino todo lo contrario. Decía una conocida mía, la Petra del Romera, que cuando hay un enfermo en una casa, quien debe tomarse las pastillas son los acompañantes, ahora llamados “convivientes”. Mi siempreviva madre fue una adelantada a su tiempo, de verdad.

2 comentarios:

  1. Personalmente, prefiero las cultivadas por tu brillante ingenio.
    Felicidades

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    1. Gracias, mi desconocida admiradora. Yo soy el feliz por haber escuchado sus gratificantes palabras.
      Un saludo afectuoso.
      Gustavo Romera.

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