miércoles, 6 de mayo de 2020

"El viejo cuento del coronavirus". Gustavo Romera Marcos

MIS PERLAS LITERARIAS 34

07/05/2020

Esta serie de perlas, como dije al principio, iba a recoger textos de mis autores predilectos pero las cosas no son como empiezan, sobre todo en esta caprichosa bola de cristal de la Literatura. Está claro que estoy afectado o infectado por este virus que está acabando hasta con los adjetivos. Mis dedos han empezado a bailar sobre las teclas hace un momento, creía, y acabo de ver, con sorpresa, que son las 4:34 de la madrugada. No sé si ha merecido la pena pero ahora tengo en la pantalla un cuento escrito en el año 2120, sí, has leído bien, dentro de cien años justos. Y me han entrado dos cosas, sueño y ganas de compartirlo con quien llegue a leerlo...

EL VIEJO CUENTO DEL CORONAVIRUS


-Abu, cuéntame otra vez el cuento del coronavirus.
-Pero si ya te la he contado muchas veces.
-Ya lo sé, pero me gusta escucharlo porque cada vez le añades algo nuevo...
-Bueno. Te lo cuento como me lo contaron pero no me hagas preguntas sobre cosas que yo tampoco he conocido. Todo empezó en China, que era un país, pero como ya no hay países... Allí apareció aquel virus y los infectados lo llevaron consigo sin saberlo cruzando todas las fronteras, pero como ya no hay fronteras… Se extendió por todas partes causando millones y millones de muertos y, cuando parecía exterminado, mutaba y reaparecía la pandemia, pero como ya no hay pandemias… Aquello se convirtió en una guerra interminable, pero como ya no hay guerras…
-Sigue, abu, que lo que más me gusta es el final…
-Pues eso, que cien hombres y mujeres, entre ellos tus ocho bisabuelos, tuvieron la suerte, según unos; o la desgracia, según otros, de escapar de aquella terrible plaga…
-Pero, abu, ¿por qué no paramos de viajar?
-Ya te lo he dicho muchas veces, seguimos buscando un planeta habitable que se le parezca a aquel, con cosas maravillosas de las que sólo conozco el nombre, ríos y mares con peces de mil colores, montañas nevadas, bosques con árboles y pájaros cantarines, jugosas frutas de variados sabores, praderas con flores perfumadas…
-Abu, ¿cómo se llamaba aquel planeta, que nunca me acuerdo?…
-Tierra, se llamaba Tierra.

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