MIS PERLAS LITERARIAS 22
13-04-2020
Eso de que “una imagen vale más que mil palabras” lo aceptamos sin reservas. Pero tuve que replantearme esta cuestión después de oír una emisión de radio, en 1989, que me impactó tanto que incluso la transcribí y la he comentado con mis alumnos. Se trataba del programa “No es un día cualquiera”, dirigido por Magín Revillo en RNE, que se emitía los sábados y domingos, y en el que se hacía una “llamada sorpresa” a un personaje famoso sobre el tema del día. Ahí va.
-Buenos días. Por favor, no cuelgue, no es una broma. Soy Magín Revillo, de RNE, y me gustaría hablar con don Gonzalo Torrente Ballester.
-Espere un momento, por favor.
-¿Sí?
-¿Es usted don Gonzalo?
-Sí, dígame.
-Soy Magín Revillo, de RNE, y le llamo en directo dentro de la sección “Una llamada sorpresa” para pedirle su autorizada opinión sobre el tema de hoy referido a la tan difundida frase de que “una imagen vale más que mil palabras”.
-Ha acertado en lo de la sorpresa porque no he tenido tiempo de pensar mi respuesta. Tendré que improvisar... Pues bien, como aprendiz de escritor que soy a pesar de mi edad, usted comprenderá que estoy en total desacuerdo con esa afirmación. Pero será mejor que me explique con un ejemplo.
-Usted dirá.
-Ahora mismo estoy escribiendo en mi despacho, todavía en pijama, y tengo en mis pies a mi viejo perro Pluto, un setter color canela, medio dormido y con su cabeza apoyada plácidamente en mi zapatilla de felpa verde… Pues bien, por muy detenidamente que viera usted esta imagen, nunca podría adivinar lo que este perro significa para mí, y se lo voy a confesar. Hace unos diez años, Pluto salvó a mi primer nieto de morir ahogado. En una fiesta familiar, cuando acudimos a sus ladridos, comprendimos que había sacado de la piscina al bebé, que estaba a salvo en la orilla totalmente empapado. Creo que no hace falta insistir en el especial cariño que le tenemos tanto yo como toda mi amplia familia.
-Don Gonzalo, le felicito por su ejemplo que, sin duda, nos ha hecho replantearnos seriamente la veracidad de la frase de hoy y le agradecemos que haya atendido nuestra llamada.
-Soy yo el agradecido por haberme permitido dar mi modesta opinión. Antes de despedirme, me gustaría aclarar que no estoy en mi despacho. En realidad, mi señora me ha pasado el inalámbrico haciendo una necesidad fisiológica no muy elegante que digamos. ¡Ah! y, por último, le confesaré que nunca he tenido ningún perro…
-Don Gonzalo, me ha dejado usted sin palabras…
P.D. Yo me quedé como el que se tragó el cazo. Bueno, esto tampoco es totalmente verdad, mejor dicho, es totalmente mentira porque este diálogo nunca se produjo. Todo ha sido fruto de mi imaginación. Perdonadme la broma, sólo he pretendido defender el valor de la palabra que, a veces, puede valer más que mil imágenes. Pero eso no impide mi gran afición a la fotografía.
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